Guillermo Lorca
Fiesta de disfraces
(La vida eterna)
El complemento
de polos opuestos provoca la fecundación de algo completamente nuevo. El
universo en el que el ser humano se desenvuelve, está compuesto por el
constante duelo entre fuerzas divergentes, duelo que parece ser “ley universal”.
Guillermo Lorca (1984, fig.1),
artista plástico chileno, se involucró en el mundo de las artes cuando era
apenas un niño de doce años, pero ha ejercido profesionalmente desde hace diez.
Al terminar la enseñanza media decidió entre los años 2003 y 2004, estudiar
Licenciatura en Arte, en la Pontificia Universidad Católica. Movido por sus
habilidades pictóricas, y por un personal espíritu de superación y
trascendencia, decidió en el año 2005, dejar sus estudios universitarios para
dedicarse de lleno a la creación de cuadros, para ello, viajó a Noruega a
perfeccionarse con el artista Odd Nerdrum (1944), de quien fue aprendiz y
asistente.
LORCA,
Guillermo, Autorretrato, 2009, Óleo
sobre lienzo, 50 x 75cm
Lorca, luego de recibir algunos
reconocimientos y concurrir a varias exposiciones nacionales e internacionales,
participó en el año 2010 en el Proyecto Bicentenario en el Metro Estación
Baquedano, con seis pinturas murales, lo cual lo convirtió en el pintor más
joven en exponer su obra en el Metro. Finalmente en el año 2014, con solo
treinta años, tuvo su primera exposición individual en el Museo Nacional de
Bellas Artes, La vida eterna. La obra
incluyó 24 cuadros, la mayoría de gran formato. Las pinturas excretan una
relación visceral con la carne y la armonía, pero no con la armonía espacial en
cuestión, como ocurre por ejemplo con el orden de Cristo y los apóstoles en La Última Cena (fig.2) de Leonardo Da
Vinci (1452-1519), sino más bien, con las formas, que al configurarse de tal
manera, puede llegar a producir una sensación de belleza o encanto en el
espectador, independientemente de si lo que se está mostrando es considerado agradable
o no. Los miedos, las pesadillas, la ferocidad, la irracionalidad, la
fecundidad, la inocencia, la sexualidad, el morbo, la muerte, y los placeres,
se materializan llenando, de manera casi obsesiva, los grandes escenarios
creados por el artista, es decir, el horror
vacui (horror al vacío), es algo muy recurrente.
LEONARDO, Da Vinci, La Última Cena, 1498, Técnica mixta, 460
x 880 cm
Dentro del extenso catálogo de
obras presentadas, se encuentra Fiesta de
disfraces (fig.3), una pintura que muestra una escena de interior compuesta
por cinco grandes conjuntos; seis seres humanos (tres de género masculino y
tres de género femenino), seis perros de diferentes razas, la naturaleza
muerta, el caos escenográfico, y el gran charco de leche que se encuentra en el
piso.
LORCA,
Guillermo, Fiesta de disfraces, 2013,
Óleo sobre lienzo, 150 x 300cm
En el interior de la composición,
no hay una aparente separación entre naturaleza muerta y el resto de figuras
que forman parte del cuadro, incluso pareciera que las personas retratadas
jugasen a ser parte de esta naturaleza muerta, como si cada uno hubiese perdido
su humanidad. Los niños tienen cabezas de animales puestas como máscaras; un
cuervo, una oveja y un carnero. Éste último y el perro negro que está al lado
derecho de la mesa que despliega un apagado ladrido, son los únicos que miran
hacia fuera del cuadro y hacen “contacto visual” con el espectador, sin romper
con la fluidez del acto, lo cual suscita una reafirmación de que lo
transcurrido en la escena es algo completamente normal y natural para quienes
participan de esta, que se ha llevado a cabo a partir de los instintos más
intrínsecos de la naturaleza animal. Lo anterior es apreciable también, en el
bostezo del melenudo perro blanco que acompaña a la joven sentada en una silla,
dado que es una acción que refleja confianza y serenidad. El uso de máscaras es
un símbolo de culto, que se ha concebido en los rituales de las más antiguas
civilizaciones y una clara alusión a la Fiesta
de disfraces, pero también a la integración camaleónica del ser humano
dentro del desorden. Lo mismo pasa con el comportamiento de las niñas; la
muchacha pelirroja que está sentada en el piso mira hacia arriba, encontrando
con su mirada el interior de su extravagante sombrero, la pequeña sentada en la
silla que ostenta una melena blanca y serpenteada que recuerda a los cabellos
de las gorgonas, parece estar más preocupada de desatar su vestido que de
cualquier otra cosa, evidenciando el contrapunto producido entre la inocencia y
el erotismo, y la infanta que se halla detrás de la mesa, mira a un perro comer
sobre ésta, y su cabeza termina formando parte de las naturalezas muertas que
se encuentran sobre el mantel al igual que los cráneos de cerdo, que simbolizan
el sacrificio necesario para llevar a cabo el ritual. Estas cabezas de cerdo,
con las que se hace referencia a memento
mori (recuerda que morirás), son un recordatorio, tanto de la muerte como
de la “barbarie”. Las frutas y verduras no han sido tocadas, no les prestan
atención, a pesar de ser símbolo de lujos y ofrendas, como los frutos que
entrega el Sátiro en Minerva protege a Pax de Marte (fig.4),
también conocida como Paz y Guerra de
Rubens (1577 – 1640). Si bien los frutos han sido dejados de lado, la carne,
por el contrario, ha sido devorada, sólo es posible apreciar algunos restos que
se encuentran repartidos en la mesa y en las bandejas de vidrio que yacen en el
suelo. El episodio carnívoro declama una ferocidad natural interna. Las
cortinas blancas y las ventanas enmarcan de cierta forma a los personajes, pero
no de una manera cuadrada y ordenada como lo hacen los tres arcos que forman
parte del segundo plano en El Juramento
de los Horacios (fig.5) de Jacques-Louis David (1748 – 1825).
RUBENS, Peter Paul, Minerva protege a Pax de Marte, (1629 –
1630), Óleo sobre lienzo, 198 x 297 cm
DAVID, Jacques-Louis,
El Juramento de los Horacios, 1784,
Óleo sobre lienzo, 330 x 425cm
La utilización de perros en las composiciones
de Lorca es un factor interesante, puesto que es el animal más cercano al ser
humano y es llamado “el mejor amigo del hombre”, pero goza de una dualidad, ya
que es un ser dócil, pero al mismo tiempo actúa a través de instintos que operan
a partir de la irracionalidad y, por lo tanto, pueden hacer uso de sus
mandíbulas para dañar, las cuales son verdaderas herramientas para desgarrar la
carne.
Con respecto a la leche derramada
en el piso, es posible afirmar, que se trata de una representación de la
fecundidad, la cual guarda una fuerza avasalladora. Es tan potente, que a su
paso ha producido un caos brutal en el escenario y quizás un sentimiento
irritante en el espectador, que recuerda, como señala Bataille (1897 – 1962) en
su libro Las Lágrimas de Eros (1921),
“al experimentado frente a la muerte y los muertos. La «violencia» nos abruma extrañamente
en ambos casos - la actividad sexual y la muerte -, ya que lo que ocurre es
extraño al orden establecido, al cual se opone esta violencia.” (p.52)
El ser humano adulto, como sujeto
ya formado en sociedad, es violentado por la muerte como por el acto sexual,
pero esto no hace ruido en las tiernas mentes de los niños, ya que no tienen
una noción moral desarrollada, moral que se aprende y que se relaciona con la
mala conciencia, con el sentimiento
de culpa, que es, según plantea
Nietzsche (1844 – 1900) en su texto La Genealogía
de la Moral (1887), “la profunda dolencia a que tenía que sucumbir el hombre bajo
la presión de aquella modificación, la más radical de todas las experimentadas
por él, de aquella modificación ocurrida cuando el hombre se encontró
definitivamente encerrado en el sortilegio (hechizo o encanto) de la sociedad y
de la paz.” (p.29). Por lo mismo Lorca utiliza niños en sus cuadros, intentando
crear un universo sin la figura del adulto, sin una mente influenciada por lo
social, que simplemente avanza con el devenir de la vida, la cual se rige por el
choque de fuerzas contrarias que finalmente se terminan complementando para seguir
creando un fruto, producto o efecto nuevo. Entonces, la energía seminal en Fiesta de disfraces, destruye y crea a
la vez (porque donde hay vida, hay muerte, y donde hay muerte, hay vida).
El arte que crea Guillermo Lorca,
ha sido influenciado por grandes pintores del barroco y del realismo figurativo
principalmente, pero el toque morboso proviene
de los grabados de Francisco de Goya (1746 – 1828) (fig.6), y de las películas
de Stanley Kubrick (1928 - 1999) (vid.1), y la estética de los personajes
femeninos (niñas), está inspirada en el animé, como los que realiza Hayao
Miyazaki (1941) (vid.2) o Satoshi Kon (1963 – 2010) (vid.3). Lorca, con todas
sus influencias, ha creado algo fresco, que sorprende, que puede llevar al
espectador a lo más intrínseco de su ser, y que al mismo tiempo engaña a la
vista. Sus cuadros son producciones que atraen si son miradas desde lejos, pero
al estar de cerca, pueden producir repugnancia, pues un objeto que parece ser una
linda rosa desde la distancia, al aproximar la vista puede llegar a convertirse
en un trozo de grotescas vísceras.
GOYA, Francisco, Los desastres de la guerra: Esto es peor,
1812 -1815, Aguafuerte 157 x 207mm
KUBRICK, Stanley, Ojos Bien Cerrados (extracto), 1999:
[vid.1]
MIYAZAKI, Hayao, El viaje de Chihiro (tráiler), 2001:
[vid.2]
KON, Satoshi, Paprika (tráiler), 2006:
[vid.3]
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Si te interesa saber más sobre la
obra de Guillermo Lorca, puedes ver esta entrevista (quizá no la mejor) que se
le realizó en City Tour (2009), un
programa enfocado en las artes, específicamente en la arquitectura. El programa
tiene un formato muy especial e interesante y es presentado por el arquitecto
Federico Sánchez (1965) y coanimado por el periodista Marcelo Comparini (19¿?).
En este capítulo, se muestra además parte de la exposición del emblemático y
fallecido fotógrafo chileno Sergio Larraín (1931 – 2012). City Tour: Museo de Bellas Artes:
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Agradecimientos:
Agradezco a Guillermo Lorca, que
accedió a conversar acerca de su obra y sobre este ensayo en particular y a
Josefina de la Maza, académica y directora de la carrera de Licenciatura en Teoría e Historia del Arte de Arte de la
Universidad Alberto Hurtado, que revisó este trabajo de manera crítica antes de
su publicación. Muchas gracias. ----- Bibliografía:
-Bataille, G. (1961). Las Lágrimas de Eros. Editorial
Tusquets, España.
-Stoichita, V. (2000). La invención del cuadro. Ediciones del
Serbal, España.
- Nietzsche, F. La
Genealogía de la Moral. pdf
-Fuentes, M. (2014) La resacralización del mundo:
http://mariajosefuentes.com/2014/05/17/la-resacralizacion-del-mundo/
-Jeftanovic, A. (2014). Entre lo hipnótico y lo feroz: exposición de
Guillermo Lorca en el Bellas Artes: http://www.revistaintemperie.cl/2014/03/29/guillermo-lorca-en-el-bellas-artes-por-andrea-jeftanovic/
-Guillermo Lorca, página oficial:
http://guillermolorca.com/ Escrito por: José Antonio Muñoz
Lavalle, estudiante de Bachillerato en Humanidades con conducencia a
Licenciatura en Teoría e Historia del Arte, Universidad Alberto Hurtado, Chile,
2014.
Fiesta de disfraces me parece una pintura llena de cosas intrigantes , transmite demasiado y su simbología guarda tanto fundamento, que me entretiene ver que encuentro fuera de lo comentado, Toño me parecen muy buenas tus observaciones y sigue así! pd: nunca habría relacionado las pinturas del metro Baquedano con fiesta de disfraces jjajajjajaja eso, un abrazo enorme, Pintus.
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